Monday, January 21, 2008

El Pianoforte

La habitación se encontraba sumergida casi en su totalidad en penumbras. El estudio en donde estábamos era bastante amplio, con acabados finísimos, e hileras de libros cubrían casi todas las paredes del cuarto, ordenados de forma metódica y precisa. Cada cosa en aquella habitación estaba en su lugar, nítidamente colocado: los amplios sofás y sillones, el piano de cola, los retratos familiares, el reloj de pared que fielmente marcaba la hora y el escritorio inmenso en el extremo norte del estudio, la figura más imponente de aquella habitación. Todo esta en su lugar, como tenía que ser. Los amplios ventanales franceses que comunican dicha habitación con la veranda de atrás yacían abiertos de par en par, mientras las cortinas estaban retraídas, dejando entrar la suave brisa que refrescaba en aquella calurosa noche de verano.

Ella, tan hermosa como siempre, vestía un hermoso vestido negro aquella noche. Sentada erguida frente al piano de cola de espaldas al sillón favorito, ahí estaba ella, lista para llenar la atmósfera con un suave vaivén de nostalgia y tristeza mezclada con dulzura. Fue entonces que suavemente deslizó sus manos sobre las teclas del piano: con una habilidad y destreza inimaginables llenó aquel espacio con tonadas suaves, dulces, pero llenas de una tristeza inexplicable. Sus manos se movían rápidamente, manejando el fluido musical con mucha delicadeza, como si dicha pieza tan hermosamente dolorosa saliera brotando de su mismo corazón. Su cabellera negra que le caía en la espalda también era víctima de aquella pasión y de aquel vaivén dulce y melancólico, tanto así que parecían ellas también disfrutar de semejante deleite musical.

El cielo, quizá no pudiendo contener la melancolía y la tristeza dulce de aquella pieza, soltó una agitada tempestad sobre la región, la cual ya en penumbras también había guardado silencio hasta entonces para poder apreciar la belleza que salía de aquellas manos tan preciosas. Ella, tan dentro de la pieza que tocaba, tan poseída por la belleza inexplicable de aquella tonada (¿o acaso era la tonada la poseída por la inescrutable belleza de aquella mujer?) ni se percató de la lluvia caer, y proseguía en aquel arte que sólo ella podía liberar.

A pesar de la lluvia caer, ni una gota de lluvia osó violentar la paz, la tranquilidad y la tristeza de aquella habitación, muy a pesar de los ventanales abiertos de par en par. Solo una suave brisa fresca entraba de vez en cuando para robar un poco de aquella música, tan dulce pero tan trágica a la vez. Y fue esa misma brisa la que poco a poco secaba las lágrimas sobre las mejillas de ella, la cual lloraba amargamente con cada nota musical que tocaba, al saber que su amado moría en el sillón favorito de espaldas a ella, sin ella poder hacer nada al respecto.

"...Ma si la vita che finisce
E non ci penso poi tanto
Anzi si sentiva gia felice
E ascoltava il pianoforte..."

Wednesday, January 16, 2008

Regreso a Casa

Una suave brisa de repente hace mover las ramas de los árboles al unísono, primero bailando en armonía, para luego romperla y cada uno danzando a su ritmo, siempre a la merced del viento. Varias hojas caen al suelo, como si no pudiesen soportar más el brusco pero interesante baile vegetal, coloreando así el concreto de la vereda.

Daniel siente frío por primera vez, y apresura su paso a la vez que trata de cerrar su abrigo para protegerse de la fresca brisa de otoño. Pero parece que el abrigo no va a poder protegerlo del frío que siente, un frío que va más allá de las corrientes eólicas que barren el terreno como olas en marea alta. Ese frío de la soledad, el frío que le cala los huesos y le llega hasta lo más profundo de sus entrañas. Y la verdad no se asombra demasiado al sentir que ya varias lágrimas recorren sus mejillas para después estrellarse en la vereda coloreada por las hojas de otoño.

Y ni cuenta se da, cuando empieza a oscurecer… el poco de sol que se dejaba ver en el cielo grisáceo se pierde en el otro hemisferio, sumergiéndolo todo en una densa oscuridad. Y ahora la soledad se convierte en rabia, temor, miedo, odio. El terrible dolor de su corazón ahora sale a flote, y parece ahogarlo mientras sigue apretando el paso, aunque él bien sabe que de todos modos aun quedan varias millas sin alumbrado eléctrico a lo largo de la vereda. El odio que salía del frío ahora se convierte en desesperación, en una angustia terrible. Daniel entonces corre, asustado de todo, ni siquiera de la oscuridad ni los posibles peligros en una vereda oscura en medio de la nada, sino de algo más… trata de huir de algo mas fuerte que él, algo que parece más poderoso y que le intimida…

Ahora la noche lo cubre, le arresta… empieza a perder las esperanzas… ha perdido todo, todo se ha ido de sus manos… y ni siquiera se da cuenta de la oscuridad nocturna, ya que está más temeroso de la oscuridad que yace en su propio corazón, y que le ahoga, le irrita, le mata…

De un tropiezo cae al suelo, sin darse mayor cuenta que ha aterrizado en una laguna de lodo…Un grito desesperado desgarra la noche, mientras una mano alzada pide el último grito de auxilio en medio de la oscuridad del corazón que engangrena cada célula de su cuerpo… y es entonces que puede verlo… puede ver la luz… ¡pero no es posible! ¡Parece que el amanecer esta a punto de llegar!

Sin importar lo inverosímil que parezca, Daniel entonces confía en la luz, y ciertamente olvidándolo todo y dejándolo atrás, se levanta y corre hacia donde está la luz, sabiendo que esta a punto de llegar a casa… a su casa…la casa de su verdadero Padre…

Sunday, January 13, 2008

Cuando Las Luces Se Apagan

Cuando las luces se apagan en el pequeño cuarto –que arbitrariamente ha sido llamado C165- me preparo para embarcarme en un viaje a mi subconsciente. Tengo que aceptar que a veces uso música, o televisión, o el traqueteo del ventilador para caer en los brazos de Morfeo – y a veces nada de eso funciona-, y después de ajustar mis tres alarmas adopto la posición más cómoda para ser transportado a un mundo que fue real, pero que sigue siendo imaginario de todos modos, mientras mi cuerpo se desconecta un rato para restaurar los niveles fisiológicos normales de mi cuerpo.

Es a veces demasiado frustrante darme cuenta que sueño casi lo mismo todas las noches: la trama es más o menos distinta, pero el setting y la ambientación son la mayoría de veces los mismos: el vecindario, la casa de los vecinos, el parque, mi casa, mi cuarto, las calles de Antiguo y la escuela. Y entonces me doy cuenta que mis sueños no son más que ventanas al pasado, así como el ahínco de mi mente de regresar a esas dulces etapas de mi adolescencia que yo tiendo a idealizar de la manera mas estúpida, y que por tal razón mi subconsciente no deja escapar.

Frente a mis ojos cerrados veo pasar a mis amigos de entonces, platicando, jugando, peleándonos de nuevo. Me veo a mi mismo lleno de ansiedad frente a un examen , o asistiendo de nuevo a la escuela. A veces sueño que regreso a la Biblioteca y hojeo nuevos libros que ni puedo leer, o que voy charlando con mis amigos del colegio. Sueño mucho con las canchas, y hay mucha gente alrededor, pareciera que fuera el turno o los intramuros, y hay gente jugando fútbol o básquetbol, pero yo no me inmuto a jugar. Otras veces me veo a mi mismo caminar por las calles del vecindario, tanto yendo a la escuela como regresando de ella. Sueño mucho con el Pasaje, jugando en el parque y en las cocheras de los vecinos. Y mas aún, sueño constantemente con mi casa, sueño sus paredes, sus puertas, sus habitaciones, su calida oscuridad y el calor de la tarde. Y lo más interesante es que desde siempre, cuando sueño con mi casa, sueño con toda mi familia. Ahí estamos los cuatros, unidos geográficamente, como en los buenos tiempos de antaño.

A pesar que sueño el pasado, ese pasado aparece distorsionado geográficamente. No se como plasmarlo en papel, pero ese San Salvador en el recóndito de mi subconsciente aparece raramente construido. A pesar que en el estricto significado de la palabra, las calles y los edificios están posicionados geográficamente en la manera como es en realidad, hay algo en ellos que le da un aire distinto, un tipo de percepción distinta, algo que me parece altamente interesante. Todo, desde Antigup, la Cima, la Autopista Sur, la Alameda Manuel Enrique Araujo, Santa Tecla, Merliot, el Salvador del Mundo, la Escalón, el Aeropuerto, las Playas. Todo está geográficamente correcto, pero hay algo en ella que hace que mi percepción geográfica de ellos se vea diferente a como es en realidad, convirtiéndolo todo en una extraña clase de universo paralelo, donde el norte no es el norte.

A veces, cuando despierto y me veo de nuevo en mi pequeño cuarto –arbitrariamente llamado C165-, justo después de levantarme a apagar el despertador mientras alcanzo a ver ya la luz del sol pasar por debajo de la cortina de la ventana, todavía llevo pegada esa percepción extraña. Pasó al baño para tomar una ducha, pero esa percepción geográfica del San Salvador de Morfeo me sigue por un tiempo más, mientras lentamente la realidad toma el mango de mi consciente, y es entonces que veo el reloj y me apresuró a bañarme, porque si no lo hago prontamente me va a tocar salir al lecture de Cell Regulation sin tomarme el tan deseado café matutino.

Pero lo mas extraño de todo no es esa correcta pero distorsionada visión del mundo de mis sueños, sino que la trama de los mismos. A pesar que la mayoría de historias que se desenvuelven en este mundo son basadas en acontecimientos pasados (jugar en el pasaje, hablar con mis amigos, excursiones, caminatas, ir a la Escuela, tener exámenes), mi mente rápidamente distorsiona la fidelidad histórica, y como un artista mágico, retoma esas piezas históricas y las enhila en una trama fantástico y por veces impredecible. La realidad pasada o presente se vuelve en ficción, pero una ficción a tal magnitud que hasta el mismo protagonista –yo mismo- se traga cada acontecimiento como si fuese real, al menos mientras duermo. Solo una tan sola vez he podido discernir soñando que lo que estoy aparentemente viviendo es falso; una tan sola vez. Mientras la historia mórfica se desenlaza, parece que pierdo mi sentido de lógica o quizá es que adquiero otro tipo de sentido común extrahumano. A lo que me refiero es que a pesar que mi sueño en sí no tiene sentido, y de un escenario se pasa a otro, o una persona aparece en el setting y la situación incorrectas, parezco creer que todo lo que pasa frente a mis ojos cerrados es real, y mientras sueño tengo la percepción que todo eso es verídico, tan real como yo escribiendo este párrafo. Por eso al momento de despertar y caminar hacia la ducha, no sólo aun siento pegado esa rara percepción de lugar, sino que una distorsionada percepción de realidad también. Durante esos escasos cinco minutos en los cuales mi cerebro se adapta al comando consciente, aun parezco creer que lo que acabo de soñar es real. Y es a veces bastante divertido quedarme con ese sabor de boca que aparece por pura inercia, como que si de veras lo que he soñado de veras pasó, y mis comandos cerebrales tratan de analizar como esa situación puede relacionarse con la increíble gama de actividad sensorial que bañan mi tálamo mientras siento el agua fría de la ducha caer sobre mi espalda.

Últimamente he soñado mucho, en esencia, con dos tipos de trama. El primero es que estoy despidiéndome de mi familia en El Salvador, ya sea porque me vengo por primera vez a Australia o porque estoy por regresar a Australia. Y no solo con mi familia, sino con mis amigos, conocidos, etc. La segunda es lo contrario: mis papás y mis amigos me dan la bienvenida a El Salvador, porque acabo de regresar de Australia. Las dos historias, en esencia, permanecen intactas (algunas excepciones, por ejemplo, la llegada de mi hermano en vez de la mía, etc.), pero los detalles y el setting de dichos sueños son bastante variantes entre sueños. Y aunque se basa en algo real que pasó o que pasará, mi mente sigue jugando con esa poca información, y construye un sueño que al despertar y regresar a mi consciencia no puedo entender como puede tener lógica.

Es, a la verdad, muy interesante. A veces me gusta soñar lo que sueño, porque reactiva mi obsesión de recordar. Más de alguna vez una sonrisa se deja entrever en la mañana, justo antes del café. A veces, empero, me harta: quisiera soñar otra cosa, algo mas excitante y menos monótono. Algo futuro quizá, y no algo pasado. Pero no puedo negar que muchas veces sueño algo presente, o algo totalmente distinto.

Pero en fin, sea lo que sea, de algo estoy seguro: al apagar las luces de mi pequeño cuarto – que arbitrariamente ha sido llamado C165- mi mente decide eliminar brevemente lo consciente, entre ello mi sentido común y la lógica que acompaña mi academia, y decide sumergirse en ese mundo fantástico, irreal y borrascoso, que con mucho gusto abrazo y disfruto antes que el desgraciado despertador le señale a mi sistema de activación reticular en el tronco encefálico que es necesario regresar al trajín semanal.

Demencia

En una sombría noche en la víspera del acostumbrado “Dies Passionis Domini” del calendario gregoriano la oscuridad se cierne sobre el terreno un poco accidentado. Murmullos se escuchan a lo lejos, a lo mejor alguien ya bajo la influencia de Baco, precipitándose de a poco hacia los brazos de Morfeo. La agitada brisa de aquella noche barre el sendero lleno de hojas, mientras extrañas aves revolotean en las copas de los árboles, chillando al resplandor de la luna. El caminante, a paso lento pero decidido, avanza por el sendero, moviéndose sigilosamente por entre los arbustos y abriéndose paso un poco más, mientras añora de repente llegar a su destino. Y no es que esté tan lejos, la verdad está más cerca de lo que él cree, pero el cansancio que le apesadumbra el pensamiento es excesivo, casi irreal. Los días vuelan pero los afanes diarios parecen no alzar vuelo; de hecho, parecen acumularse como piedras pesadas sobre la curtida y cansada espalda del caminante. De repente, el cielo enmudece, la brisa con sus fríos torrentes se congelan, las aves callan… parece que hasta la delicada Cruz del Sur desde el cielo aparece expectante, junto a los demás elementos, esperando las palabras habladas. El caminante, sin saberlo, es ahora, el centro de atención de todo el universo, como si el fin último de todo lo creado fuera estar presente en aquel sendero para poder ser testigo de semejante acontecimiento que estaba por ocurrir. El silencio es entonces roto y todo queda en suspenso mientras el caminante balbucea el mensaje que todos esperaban: “Historia de cronopios y cuerdas…este lectorrices éste celular va a cumplir un año… ¡un año de vida!” El Universo no puede contener la profunda sabiduría de aquellas palabras pronunciadas con un leve acento italiano, y la verdad el mismo caminante, al darse cuenta, se asombra que su boca haya sido nicho de semejante mensaje… Un par de segundos más tarde, el Universo ha entendido el mensaje, y todo regresa a la normalidad, mientras el caminante suspira: su destino ya aparece en el horizonte. Apretando un poco el paso baja por el sendero, mientras la oscuridad y la paz nocturna vuelven a cernirse sobre el accidentado terreno.

Quid est veritas?

(Lat. "¿Que es la verdad?")

En un mundo plagado con ideas relativistas postmodernas, semejante pregunta no puede ser respondida a ciencia cierta. La verdad se convierte en algo "relativo", algo que depende del contexto cultural y social donde esa "verdad" pertenezca. Según este punto de vista filosófico, no hay ni una verdad absoluta, sino todas son "relativas".

En la pereza que nos agobia hoy en día, resulta tan sencillo adoptar y abrazar dichas filosofías sin siquiera buscar un poco más a fondo acerca de ellas. Resulta tan sencillo, porque a fín de cuentas buscamos razones en la sabiduría humana para tratar de justificar lo que hacemos o dejamos de hacer.

Pero la pregunta ya venía siendo preguntada desde hacía mucho tiempo, aun de gente que no tenía mucho conocimiento de la filosofía, como lo fue Poncio Pilato.

Las narrativas del Evangelio de Juán en el capítulo 18 nos llevan a la casa del gobernador romano, y nos presentan el detalle del juicio que está a punto de caer sobre Jesús. Pilatos trata de entender por qué es que a tan desdichado hombre le quieren matar.

Jesús responde que el es Rey, más no de este mundo. Nos brinda el detalle del propósito de su existencia: ¡dar testimonio de la verdad! La pregunta de Poncio Pilatos es entonces muy válida: ¿Que es la verdad?

¿Es la verdad algo absoluto? ¿Como describimos esa verdad? ¿De que verdad habla Cristo?

Juán no nos da el detalle si Jesús le respondió a Pilato en esa ocasión, aunque algunos dicen que es el anagrama de la pregunta original: "Est vir qui adest" (Lat. 'Es quien está frente a tí).

De cualquier manera, haya sido esa su respuesta o no, de las Narrativas de Juan tenemos un claro mensaje de que se trata esa verdad de la cual Jesús habla:

Juan 1:14 => "...pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo..."

Juan 5:36 => "Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.."

Juan 5:37 -38 => "...También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto, ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis..."

Juan 8:31-32 => "...dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres..."

Juan 14:6 => "... Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí..."

En un hecho sin precedentes, Jesús dice que él es la verdad, la fuente de verdad, y que su propósito era dar testimonio de esa verdad al mundo.

Sería bueno que analicemos lo que Jesús dijo y nos preguntemos, como Pilato, ¿'quid est veritas'? ¿Será posible que Jesús sea la verdad? ¿Si o no? ¿Y por qué o por qué no? ¿Es veritas realmente relativa, o hay absolutos? ¿Y si los hay, cuales son?